Esteban es un usuario del Servicio de Salud Mental de Viedma. Le hicieron un diagnóstico fuerte: psicosis.
Pero luego de un tiempo con crisis de excitación psicomotriz intermitentes, que exigieron su internación repetidas veces, era evidente su mejoría.
Las crisis se habían distanciado y cuando se presentaban eran mucho más suaves.
No obstante, Esteban se mostraba reservado, distante.
Roberto, trabajador social del equipo de operadores, era uno de los responsables de su acompañamiento.
De carácter afable, dicharachero, Roberto desparrama alegría y entusiasma a todos. Pero a Esteban no le podía. Intentó muchas veces estrechar el vínculo, incluso con propuestas sociales no convencionales, al estilo Salud Mental Rionegrina, pero no había caso.
Prudentemente, quedó a la expectativa.
La cuestión es que Esteban, imprevistamente, esa tarde lo madrugó:
– Escúcheme, Roberto. Quiero decirle algo.
– Por supuesto, Esteban. Qué sucede ?
– No sé si sabía, pero hoy es mi cumpleaños.
– Felicitaciones, Esteban . Espero que la pases bien. Esperáme un momento.
Y al toque Roberto se aparece con una calabaza para tomar mate que había comprado justamente esa mañana. No se jugó demasiado, hay que decirlo, pero al menos estaba la voluntad.
– Tomá Esteban. Este es mi regalo de cumpleaños. Y ahora te dejo porque…
– Un momento, que quiero invitarlo.
Sorprendido, Roberto paró la oreja. No estaba en su esquema relacional lo que sucedía. Por supuesto que le alegraba pero era todo muy disruptivo.
– ……..
– Sí… esta noche invité a dos amigos y también necesito que usted venga a cenar con nosotros. La idea es comernos un asadito en la Parrilla de Don Genaro, esa que está a una cuadra de la placita. Puede venir ? De veras lo necesito. Le aclaro por las dudas que va a tener que pagar su consumición.
– Eso no es problema. Lo importante es la intención. Te agradezco mucho y seguro que voy a estar.
– Es bueno que venga. Porque en la Parrilla justo hay una promoción, y para los que cumplimos años y llevamos tres invitados nos dan consumación gratis.