Don Valentín del Domuyo

Don Valentín era el encargado de las cabañas de Instituto de Seguridad Social en el Domuyo. En buena parte el mérito de su renombre se debe a su persona. Porque ahora, con el auge del turismo, con la mejoría del camino y las comunicaciones, cualquiera. Pero había que ponerle el hombro cuando Don Valentín le primereó al lugar, con sus helosas nevadas, o con la poca o nada de leña que se disponía.

Conocedor como nadie de la región, a él consultaban los turistas y los no tan turistas ante cualquier duda.

También guiaba a los interesados por los senderos para que conocieran esos lugares tan hermosos. Eso sí, con un sombrerito al estilo chileno, de ala corta, para que no se le paspara la pelada.

Por eso mucha gente le quedaba agradecida.

Cuando el gobernador Salvatori se apareció también quedó impresionado por su atención. Y no porque fuera el gobernador, porque don Valentín era como era, nomás.

Por eso, cuando estaba preparando la partida, el agradecido funcionario le preguntó:
– Estoy muy contento por su recibimiento. Me gustaría hacerle un presente para que me recuerde. Qué quiere que le mande de regalo ?

Ni lerdo ni perezoso, y como si ya lo hubiera estudiado, don Valentín respondió:
– Una peluca

No por sorprendido dejó de cumplirle. Al poco tiempo le llegó a través de otro visitante, el paquete que contenía el obsequio. Y a partir de ese momento, cuando le agarra a don Valentín el ataque de coquetería, cubre su antigua y pronunciada peladez con la cabellera artificial gubernamental.

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