El descuido del motoquero

La motito de 110 cc se desplazaba penosamente. El más que discreto motor rugía con algunas explosiones. Su caño de escape emitía un denso humo oscuro, producto del esfuerzo y de la falta de adecuado mantenimiento. Al volante, por decirlo de alguna manera, encontrábamos a don Inadvertido Pinchulef, que a duras penas trasladaba a su familia. El centro de la capital neuquina rebosaba de vehículos de todo tipo que se desplazaban a través de aceleradas, frenadas, cabriolas y toda clase de maniobras que ponían a prueba la destreza de don Inadvertido.

En eso estaban cuando, sorpresivamente, el silbato de un guardián del orden vial interrumpió el arduo desplazamiento de la motito:

– Alto. Ustedes no pueden circular de esta manera. Sin casco, y además tres ocupantes arriba.
La sorpresa invadió el semblante de don Inadvertido, quién confirmó, al darse vuelta, la aseveración del representante de la ley y las buenas costumbres. Registró que la Pili, su hijita de 3 años, se encontraba a sus espaldas, intermediando con la Josefa, su esposa.
Fue entonces que emitió su comentario:

– Che… Pepa. Parece que perdimos al Kevin…

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