El márketing del Logde

Siempre me llamó la atención la gran atracción que tiene mi amigo, el Tano Felicetti, por la pesca, pese que no le gusta comer pescado.

Nunca se arredró por vientos ni tormentas. Cuando programaba pescar, salía a pescar, costara lo que costara.

Aprovechaba los fines de semana de la temporada para satisfacer su pasión deportiva, alternando con su otra pasión: la bicicleta.

Habitualmente pescaba embarcado en los lagos de la región.

Pero en aquella oportunidad la movida era más compleja. Junto a su amigo René y secuaces varios programaron una excursión al paraíso del surubí, léase río Paraná, en la zona suroeste de la provincia correntina. Para ser más específico, Esquina y sus alrededores.

Por supuesto, no era cuestión de improvisar.

A través de fluidos contactos, vale decir pescadores conocidos de aquellos pagos, la banda del caso contrató los servicios del Logde del Carpincho Enajenado, prestigioso emprendimiento turístico. El combo proponía servicios de lancha, guía, alojamiento en cabañas a la ribera del Paraná, comida y bebida a discreción.

Todo incluido en una factura a pagar en dólares billete.

La aventura bien merecía la inversión, por lo que los susodichos emprendieron la partida aprovechando un fin se semana largo.

El extenso viaje no resultó cansador. Alternándose en la conducción del alta gama del Tano, hicieron noche en el camino, y al otro día ya estaban arribando al límite de Entre Ríos y Corrientes, ya casi al final del recorrido.

Fue entonces que el representante de las fuerzas del orden y la seguridad vial correntina, ubicado a la vera de la ruta, enseguida del cruce del río, con el brazo extendido hacia adelante y la palma de la mano derecha levantada, en un gesto por demás elocuente, indicó a los secuaces que detuvieran el alta gama.

Detrás del brazo se podía observar la figura de un personaje de altura mediana, y de panza más que prominente, enfundado en un uniforme policial color caqui. A sus espaldas, la casilla del departamento de tránsito de Esquina, a su frente ostentaba una mesita con el mate y termo de rigor, y una bandeja portadora de varias unidades de chipás. Los clásicos bollitos de harina de mandioca y queso que explicaban, por decirlo así, la corpulencia del funcionario del caso.

– Buenas tardes, agente.

– Mbaéparicó chamigo.

– ………..

– ¿Me podrían informar hacia adónde se dirigen?

– A Esquina. Ya casi estamos llegando después de un largo viaje.

– Ahhh… ¿Y se puede saber de dónde vienen?

– De San Martín de los Andes, en la provincia de Neuquén.

– Buen tirón afrontaron hasta acá.

– Así es…

A todo esto, los documentos del vehículo y del conductor reposaban sin ser requeridos en la guantera del alta gama.

– ¿Y dónde exactamente necesitan llegar en Esquina, si no es indiscreción?

– Y… necesitaríamos llegar al Logde El Carpincho Enajenado, que nos informaron está en la ribera del Paraná, cruzando la ciudad de Esquina.

– Ahhh….. Tobayón….

– ¿ Cómo dijo ?

– Ahhh….. Tobayón.

Enigmática respuesta la del adepto a los chipás, que ciertamente no respondía a la pregunta de los ocupantes del alta gama.

– ¿ Sí … Tobayón…. Y porqué Tobayón ?

– Porque te envuelve… te envuelve… y te deja seco.


Tobayón= Toalla grande

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