Jesús Benigar

Esa tarde invernal hacía mucho frío. Jesús venía con Fabián de la visita médica a Ñorquinco. Habían trabajado mucho y el cansancio lo demostraban con su silencio adusto.

De repente, en laguna Los Giles encuentran a un mochilero haciendo dedo. En esa época no viajaba nadie, por eso los sorprendió.

Jesús, solícito, frena la F-100 90:

– Viajan para Aluminé?

– Por supuesto. Necesita que lo acerquemos?

– Y bueno…. si no hay otra.

Otro tiempo de silencio, y un mate permite el diálogo:

– Hace rato que estaba parado y no pasaba nadie. Qué cosa estos pueblos sin ninguna movida.

– ……

– Ustedes viven por acá ?

– Y… sí. Precisamente yo nací en Poi Pucón, paraje de al lado del pueblo.

– Ah…. Y cuándo te vás a mudar para la ciudad ?

– Y… no sé.

– Porque la verdad, hay que tener aguante para vivir por estos lugares.

Por la mente de Jesús desfilaron muchas imágenes, aunque la que se destacaba era la de un mochilero que venía a vacacionar a un lugar que detestaba.

Cuando llegaban al puente de La Querencia, Jesús tuvo que aguantar un nuevo interrogatorio:

– Y hay algún transporte de por acá para Zapala ? Me gustaría viajar cuanto antes.

– Por supuesto. Por acá justamente pasan muchos autos que van para Zapala por Primeros Pinos. Si quiere….

– Ah… si es así, páreme nomás, que voy a hacer dedo para Zapala. Así de paso gano un poco de tiempo… sabe…

Y ahí nomás Jesús le paró la camioneta al desprevenido.

Cuenta Galesio que al otro día, cuando pasaba con su recorrido de todas las madrugadas para llevar el diario de Zapala a Aluminé, descubre, precisamente en el puente de La Querencia, a un entumido mochilero que a duras penas sale de su bolsa de dormir para hacerle dedo, pidiéndole por favor que lo traslade a Aluminé, porque era el primero en pasar desde que en la tarde del día de ayer una camioneta del Hospital lo había dejado en el lugar.

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