La espirometria de don Benio

La verdad es que no le falta ni una a don Benio. Los mentales le rumbearon el diagnóstico de psicótico crónico. Los clínicos aportaron hipertensión arterial y EPOC. Los vecinos, nada quedados, el de solitario cordillerano.

Más allá de los carteles, del hospital de El Cholar le mandaron ambulancia cuando apareció el pedido de ayuda a través de la radio del paraje.

Ingresó con una coloración azulada oscura.

Entre la Marita y la Eugenia le bancaron la urgencia. Nebulizaciones, oxígeno, etc.

Salido del mal trance, las galenas, famosas por su puntillosidad asistencial, y a efectos de definir pronóstico y tratamiento, lo derivan al Hospital de Chos Malal donde lo recibe César, otro puntilloso de aquellos. Pero su intervención no fue productiva, pues don Benio no pudo realizar la espirometría, que era el estudio solicitado.

– A ver si derivan a alguien posible ustedes… Este paciente ni siquiera sabe soplar para la espirometría.

Pero César ni imaginaba con quienes se topó. En cuantito don Benio se allegó a El Cholar le iniciaron la capacitación en soplaje. Lamparita mediante, ahí nomás se apareció la Eugenia con una botellita.

– Haga de cuenta que adentro hay fuego y que usted que tiene apagarlo soplando desde el pico.

Así fue que don Benio aprendió a soplar y César pudo realizarle el estudio, que recibió el pomposo título de ESPIROMETRIA PIROFOSFORICA.

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