La historia del herniado

A Adrián Cattáneo le pasan todas. Debe ser porque es bastante metido. Lo ocurrido fue en el Paraje El Poleo, inmediaciones de Huañacos. Visita domiciliaria, llamada de urgencia. El paisano avisó luego de peludear con la nevazón un día y medio hasta hacerle a Andacollo. Y en la ambulancia, más rápido pero también le hicieron al peludeo.

– Buen día, don Miguel, por fin pudimos llegarle. Está jodida la cosa.

– Buen día, doctor. Encima, se puso heloso. Pero cuando se largue la lluvia se va a emblandecer todo.

– Cierto, anduvimos a los patinazos por la cuesta del León. Y a usted cómo le vá funcionando la vida ?

– Vió, doctor, ando medio jodido de la verija. Y como estamos muy ignorantados, nosotros paisanos somos… La mala parte me anda doliendo fuerte, y ni moverme puedo.

Como para moverse estaba don Miguel Cifuentes, anciano ya con pocas fuerzas, y una tremenda hernia inguinoescrotal que, si bien no complicada, requería su reducción y posterior cirugía, previa mejoría de su estado general.

– A ver, don Miguel, primero, le voy a levantar un poco las patas de la cama, así se le afloja un poco, y después le voy a meter un poco de mano.

– Será para tanto, doctor ?

– Usted quédese tranquilo…. Esto se soluciona….

Luego de un rato, Adrián le reduce la hernia inguinoescrotal manualmente, con maniobras que exigieron mucha paciencia y prudencia.

Con el tiempo, le llegó el ruido de la comentación de don Miguel hacia su atención médica:

– Interesante el doctorcito ése… Ahí donde se lo vé….. Me sobó hasta que me acomodó la verija…. Tenía el huevo así…. La verdad que tiene la mano más suavecita que mi patrona…

Autor

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *