La justicia de Sierra Colorada

Cuentan las malas lenguas que en tiempos pretéritos, la justicia de paz tenia poco reconocimiento económico.

El sueldo escaso, llegaba cada tanto.

Y no era cuestión de abandonar la toga para ir en busca del vil mendrugo, menoscabando la imagen prístina que debe ser parte de la integralidad del hacedor de justicia.

– Además tengo que sostener el papelerio, la tinta, la mujer de la limpieza.

Pero imaginación le sobraba al en aq uel entonces juez de paz de Sierra Colorada, allá por la línea sur de Río negro.

Es por eso que “aceptaba”, y hasta facilitaba en algún grado la colaboración de los aportes de los padres que anotaban a sus hijos recién nacidos.

– Y si, si le pone Pedro son cinco pesos, Eusebio es más barato.

– Y Juan Domingo?

– Ah… ese está más caro, imagínese. Por ser usted se lo dejo en treinta pesos!

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