El Tuco Creide era el intendente de San Martín de los Andes, y no perdía oportunidad para mandarse alguna de las suyas. No era cuestión de quedar atrapado por la solemnidad de los cargos. Nada que ver.
Llegaba la fiesta del Día del Pueblo. Había que aprovechar la coyuntura. El cumpleaños de la localidad era, y sigue siéndolo, la oportunidad del festejo. También entonces los vecinos se reunían en la plaza San Martín con desfile cívico militar, discurso de autoridades, bailes, muestras de todo tipo y demás yerbas.
El palco, como siempre, albergaba a funcionarios de todas las instituciones. Frente al municipio, permitía observar el derredor, y a sus ocupantes ser observados por el público. Lo que se dice un panóptico hecho y derecho.
La banda de música del regimiento le ponía color a la celebración. Los vecinos se lucían sus mejores galas, y se acercaban a pie o en vehículos. Los que venían de la zona rural solían hacerlo a caballo.
Entonces, cerca del mediodía, comenzaban los discursos. Al principio, alumnos de la primaria intervenían con alguna poesía pertinente, después alguna maestra leía un discurso que recordaba a los pioneros. Por fin, el intendente cerraba dichas intervenciones para dar luego paso al desfile cívico militar.
Esa vez el Tuco estuvo más ceremonioso que de costumbre. Cuando le tocó el turno, llamativamente extrajo del bolsillo de su chaqueta un papel. Raro, porque no era de leer discursos. Siempre los improvisaba.
Pero no. En esa oportunidad y un tanto pomposamente expuso al público presente el papel que comenzó prolijamente a desenrollar a medida que hablaba. Allí entonces aparecieron las risas de los concurrentes cercanos, enmarcando los dichos del funcionario.
En realidad, mucho que digamos no leía, porque lo que iba desenrollando mientras enunciaba sus oraciones en alta voz, era un humilde rollo de papel higiénico.
El tema central de su disertación fue el mejoramiento del cementerio. Al finalizar, éstas fueron sus palabras:
– Es fundamental mejorar el cementerio, porque así como está estamos incumpliendo.
No es vida para nuestros muertos.
Fue, según las comentaciones del evento, lo que se dice, un discurso escatológico.