Los estímulos de Marita

Don Pangui es un personaje que vive en un paraje rural de El Cholar, cerca del río Trocomán. Delgado, pequeño, inquieto, con su sombrero de ala ancha, semeja un duende.

Su médica es Marita, y tiene lo suyo. Nacida en Santiago del Estero, vino a recalar en nuestros pagos hace un par de años.

La cosa es que don Pangui es de lo menos alentado que hay para pedir ayuda médica. Y la necesita, mucho en realidad.

Últimamente andaba con incontinencia de orina. En su recorrida rural, el agente sanitario del paraje detectó que no se estaba cuidando demasiado y a duras penas logró acarrearlo al hospital de El Cholar.

Lo menos que se puede decir es que don Pangui estaba sucio, descuidado, y encima con el pañal desacomodado. Desacomodado es también un decir. El pañal, o lo que quedaba de él, estaba absolutamente impregnado de sus excretas líquidas y sólidas, y como no le quedó otra el creativo duende rural, en un insólito pero no por ello menos original estilo, resolvió atárselo al pene.

– ¿Cuándo fue la última vez que se bañó, don Pangui?

– Más o menos por abril, antes que empiece el mal tiempo….

Con una puntillosidad digna de la causa, Marita le propone a nuestro personaje masculino que él mismo se desate y retire el pañal. Frío… tirando a helado.

Viendo que con la dialéctica no iba a obtener resultados encomiables, nuestro personaje femenino decide operativizar la cosa. Se calza unos guantes de goma, a efectos de evitar impregnar sus manos con los elementos del caso, y procede a intentar retirar el pañal.

Como no podía desatarlo, y encima el personaje masculino se defendía, comenzó una escaramuza sanitaria, con idas y vueltas, en el que la atadura del pañal ejerció una suerte de estimulación mecánica sobre el miembro en cuestión.

No viene demasiado al caso relatar que finalmente la galena consiguió su objetivo, que don Pangui fue higienizado a pesar de él mismo, etc. etc.

Lo que sí viene al caso es el diálogo que al otro día sostuvo con su compañero de pieza de internación, en el afamado nosocomio cholarense.

– ¿Y usted cómo anda, don Pangui?

– Y… desde que mi médica, la Dra. Marita se ocupa de cambiarme el pañal de lo más bien.

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