Tano Felicetti

Todos sabemos que el Tano es una persona muy locuaz. Dueño de una simpatía poco común, siempre está dispuesto a una gauchada. Anfitrión de primera, organiza encuentros gastronómicos periódicos donde se congrega la flor y nata de la mafia sanmartinense.

Le gusta poco andar solitario. Pero en aquella oportunidad tuvo que largarse de urgencia a la madrugada y no encontró compañero. A las disparadas tramitó sus cuestiones en Neuquén, y ya estaba de viaje de
vuelta con su poderosa camioneta Toyota. Muy fuerte, es sin embargo bastante lenta, por lo que el susodicho estaba más que aburrido.

Lluvia persistente, parada en el Chocón, control policial caminero mediante, un señor bajito, de gruesos anteojos, lo requiere:

– Señor, me podría acercar a Piedra ? Tengo unos cajones y el colectivo no me los sube. Y como usted lleva la caja vacía…

– Cómo vacía ? Atrás llevo mi conciencia, que es invisible pero pesa un montón…

El Tano tiene modos particulares de aceptar propuestas, pero el gesto de invitación que realiza comunica al cajonero que es aceptado como compañero de viaje.

Luego de cargar las cajas y en un abrir y cerrar de ojos se sienta en el lugar del acompañante.

Surge de la conversa que está radicado en El Bolsón y que es de Buenos Aires. Opera como vendedor ambulante desde hace ya varios años.

Aparte de simpático, al Tano también se le da por la curiosidad.

– Que lleva en los cajones ? Si no es indiscreción, sabe.

– Faltaría mas… Llevo cuadros. Un montón de cuadros. De hace tiempo es mi rubro principal.

– Cuadros… No son muchos cuadros para andar llevando ?

– Y… parece nomás… Pero la verdad es que los vendo todos siempre. No traigo más porque se me fundió el motor de mi Ranchero.
Pero en general no me queda ninguno.

– Y… seré curioso… Supongo que son cuadros de chicas desnudas, o algo así, para que los venda todos.

– No… son cuadros de fútbol. Las tres cajas más grandes son de equipos de Bolivia: Nacional de Potosí, Oriente Petrolero, La Paz… Esos los vendo en los barrios de los bolivianos, los que trabajan las huertas. Y como es tiempo de cosecha, me duran un suspiro. También tengo de Colo Colo y de la U. Esos me los sacan de las manos en las forestaciones . Sabe… los chilenos le hacen al madereo.

– Y para los argentinos no tiene nada ?

– Por supuesto, pero en cuanto a meter mano al bolsillo nada que ver. Son los de la caja azul, la de la punta. . Tengo Gardel, Molina Campos…

– Le habrá costado dar con el rubro . Porque mire que dedicarse a los cuadros….

– Y… fue un poco de casualidad. Justo me habían regalado, de cargada, un cuadro de Independiente de cuando salio campeón. Porque soy de Rácing, de Avellaneda. En la primera parada, en vez de vender
mercadería para kioscos, me pidieron por el cuadro. Pensé que era casualidad, pero como conozco la calle, decidí llevar, por las dudas, un par de cuadros, y fue lo primero que volví a vender.

– Parece que no le costó entonces cambiar de rubro.

– Primero lo tuve que ver con mis propios anteojos. Y, como todo, después fui evolucionando. Ahora consigo láminas por un lado y armo los marcos y le coloco el vidrio por mi cuenta. Entre charla y charla, que al Tano le cuesta poco, hay que decirlo, llegan a la entrada de la represa de Piedra del Aguila..

– Por favor, déjeme ahí nomás, en la garita de los guardianes. Ahí voy a bajar y dejaré las cajas. Las ubicaré bajo el techito, para que no se me mojen.

– Los conoce de antes a los de la guardia ?

– N o… la verdad que no. Pero no van a tener problema.

– Y como lo sabe ? Como va a hacer para dejar las cajas y se las cuiden si ni siquiera los conoce ?

– Y… seguro que habrá alguno que es de Boca. Pero por si acaso, también tengo un par de cuadros de River.

Autor

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *